Alabados sean Jesús y María, ahora y siempre, Amén.
Este año estamos más que bendecidos por celebrar la fiesta de la Sagrada Familia justo después de la celebración más significativa de la solemnidad de la Navidad. La Navidad es Cristo. Cristo viene a nosotros a través de una familia. José, María y Jesús son llamados Sagrada Familia porque pusieron su total lealtad a la voluntad de Dios. José es santo porque aceptó cualquier plan de Dios en su vida. María es santa porque permaneció comprometida con la maravillosa misión que Dios le encomendó. Es una madre cuya pureza, fidelidad y obediencia están absolutamente dirigidas a Dios. Obviamente, tanto José como María desempeñaron un papel vital para la venida de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad aquí en la tierra.
Ha sido un pensamiento asombroso que la Navidad sea una celebración de alegría. Todos expresan un gozo magnífico que solo proviene de Dios que habita entre nosotros. El niño Jesús nos es dado a través de la familia de José y María. Este acto de darnos a Jesús es en realidad un acto de gran amor por parte de Dios. Nunca podríamos tener una reflexión más profunda sobre la Navidad si no nos llenamos del amor ilimitado de Dios en cada uno de nosotros. Este debería ser el centro de nuestra celebración navideña. El amor sigue siendo el único motivo de esta temporada. Cuando prestamos más atención a esta realidad, tenemos la seguridad de que tendremos una alegría increíble en esta temporada navideña.
La alegría es un símbolo externo del amor. Una familia amorosa es una familia alegre. Cuando una familia coloca a Dios en el centro de sus actividades y relaciones, el gozo siempre triunfa, pase lo que pase. María y José han atravesado dificultades emocionales, mentales, físicas e incluso sociales, pero no perdieron el enfoque en lo que es verdaderamente esencial en sus vidas. Nunca han olvidado que Dios está con ellos. Así como Jesús estuvo con José y María, también está con todas las familias desde el momento presente hasta el fin del mundo. Y esto es lo que toda familia debe considerar siempre en su vida. Dios viene a nosotros para estar con nosotros de forma permanente. Continúa invitándonos a dejarlo reinar en cada familia para que el amor reine también en nuestro corazón. Cuando reina el amor, la alegría es más visible.
Es mi deseo constante que todas las familias no solo sean receptoras, sino también partícipes del amor y la alegría de Dios en esta temporada navideña. Dios continúa difundiendo amor dentro y fuera de la familia. Nuestra comunidad parroquial es una gran familia que ha sido un instrumento de la presencia de Dios. Que la presencia de Dios que encontramos en la celebración de los sacramentos sea nuestra luz guía mientras continuamos explorando el mundo del amor y la alegría, especialmente en esta temporada navideña.
Dejémonos inspirar por la santidad de Jesús, José y María para que nuestra comunidad parroquial se nutra de su santidad de vida. ¡Viva Jesús, José y María! ¡Viva esta Feliz y Sagrada Familia!
¡Que tengan una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo!
Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias,
P. Joel Ricafranca, RCJ
Párroco Asociado,
Parroquia de San Jerónimo