El Bautismo del Señor

Estimados feligreses y amigos de San Jerónimo,

¡Pax Christi semper vobiscum!

Llegamos al final de nuestras celebraciones navideñas. Escuchamos en el Evangelio este fin de semana que Jesús fue bautizado en el río Jordán como el inicio de su ministerio público. San Marcos enfatiza el bautismo de Jesús como una trayectoria hacia su misión, mientras que San Juan afirma la identidad de Jesús como el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo“. El Misterio Pascual fue prefigurado y la plenitud de la revelación del amor de Dios se desenvolvió en el Calvario. La historia de amor de Dios continúa a medida que continuamos nuestro viaje todos los días también.

Fue en el bautismo de Jesús que Dios Trinitario reveló Su obra inicial en la Economía de la Salvación. El derramamiento de agua sobre Jesús fue una gran visualización del derramamiento del Espíritu Santo sobre la carne humana que Jesús asumió como Su naturaleza para divinizar la humanidad pecadora que requería la plenitud de la redención de Dios. Nuestra participación en la vida de Dios comenzó cuando se abrieron las puertas del cielo para que el Padre Celestial pudiera reclamarnos como Sus hijos e hijas mediante el bautismo. Siempre que nos tomamos en serio nuestro compromiso bautismal, es entonces cuando nuestra participación en la vida de la Iglesia tendrá también un significado más profundo. Nuestra mayordomía del tiempo, el talento y el tesoro será más importante si creemos que nuestro papel como cristianos bautizados es ser colaboradores de Dios en la construcción de Su Reino. Nuestra adoración comunitaria, así como las devociones públicas, tendrán una expresión más profunda si siempre estamos conscientes de que nuestro bautismo es nuestra participación en el Misterio Pascual en el Calvario.

Los muchos símbolos que tenemos en la iglesia durante nuestras oraciones comunitarias no permanecerán simplemente como símbolos ordinarios durante la adoración si hacemos conscientemente una afirmación de que Cristo nos reclamó como Dios y nos concedió nuestra identidad divina al participar en la vida de la gracia. La conciencia espiritual es una gran herramienta para un mejor reconocimiento de la participación de Dios en nuestros asuntos diarios. Nos aseguramos de nuestras decisiones porque la fe nos sostiene y nos proporciona una visión invisible que trae confianza en Dios. Aprendemos a trascender nuestras luchas humanas siendo esperanzados. Además, una profunda conciencia espiritual nos lleva a una expresión de caridad mucho mejor que nos lleva a una auténtica alegría y libertad. Sí, el bautismo de Jesús es un llamado para renovar nuestra visión. Es un desafío para nosotros reconfigurar nuestras prioridades y examinar nuestra relación con Dios y nuestro prójimo. Finalmente, el bautismo de Jesús es una invitación para todos los que nos llamamos cristianos a alinear verdaderamente nuestras vidas con sus enseñanzas, así como a aceptar los desafíos de la conversión.

A medida que el misterio de la Encarnación se desenvolvió a través del nacimiento del Niño en el pesebre, esperemos que el mismo misterio nos revele la plenitud de nuestra identidad a través del bautismo que recibimos en Cristo cuando fuimos recreados en agua y el Espíritu Santo.

Sinceramente en Cristo y María,