Decimoctavo domingo del tiempo ordinario  

Estimados amigos y feligreses de San Jerónimo,

Pax Christi semper vobiscum.

A los que han respondido hasta ahora a la invitación de ofrecer una décima parte de sus ingresos semanales a la parroquia, ¡gracias! Espero que nuestra costumbre repetitiva de llevar formalmente nuestra ofrenda al altar nos inculque una conciencia más profunda de propiedad y de verdadera pertenencia a nuestra parroquia. Nuestra participación en la vida parroquial requiere nuestro sentido del equilibrio, así como nuestra participación activa en la vida litúrgica, social y económica de la parroquia. Como mencioné durante una de mis homilías, la vida parroquial es la prefiguración del Reino de Dios que Él nos ha confiado para su posterior cuidado y desarrollo. Es la misma parroquia, que es nuestro hogar espiritual, la que nos invita a cuidar siempre con sensibilidad pastoral tanto las necesidades espirituales como las económicas que los signos de los tiempos nos presentan hoy. Sí, la parroquia es nuestro hogar espiritual, nuestra familia espiritual que desafía y disciplina nuestra relación con Dios y con los demás.

Mientras tanto, los signos de los tiempos nos llaman la atención para que compartamos nuestra responsabilidad de cuidarnos unos a otros en un espíritu de fraternidad y compasión mutua. La organización de la kermés que se formó inicialmente hace dos meses nos llama a ser un apoyo mutuo tanto en su liderazgo como en nuestra participación. ¿Has considerado o al menos pensado en la posibilidad de contribuir con su tiempo, su talento y su tesoro durante la Fiesta de la Kermés en agosto? Nuestras prioridades son el motor que nos llevará al punto de entrada de la caridad o de la conciencia de las necesidades de los demás. Tanto es así que el éxito de nuestros actuales organizadores depende de cómo nos hagamos partícipes del panorama general como su apoyo activo en todos los aspectos de este evento anual. Nuestro lugar en la vida de la Iglesia también afirma nuestra interacción en la presencia de Dios. Por lo tanto, les animo a que se acerquen y sean participes en lugar de simples espectadores, siendo voluntarios como cocineros, vendedores de entradas, recolectores de basura, equipos de montaje y limpieza y mucho más. Ustedes saben que nuestra kermés es un evento de recaudación de fondos que requiere mucho trabajo, pero también es una interacción divertida entre la gente de nuestro vecindario en Rogers Park.

Al final, el Evangelio nos relata la importancia de los tesoros que guardamos. Ya sea que esos tesoros sean materiales, relacionales o espirituales, nuestro sentido de las prioridades sigue siendo nuestra referencia para una elección más sabia. La energía que gastamos en guardar y conservar esos tesoros define quiénes somos como hijos de Dios. Debe haber similitud en nuestro interés por lo que Dios quiere que tengamos. Tal vez sea espiritualmente recomendable preguntarnos hoy: “¿Qué considero ahora mismo como mi riqueza que pueda llevar conmigo cuando el Señor me llame a volver a su morada algún día?”

Nos vemos de nuevo el próximo fin de semana. Que Dios esté con ustedes y que permanezcan siempre en Él.

Sinceramente en Cristo y María,